El mensaka del semáforo
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El mensaka del semáforo
La moto está parada en el semáforo de un paso de peatones, con un pavo encima: un mensajero con el rótulo fosforito de su empresa en la espalda. Detengo el coche en su aleta de babor y miro la máquina. Pese a la caja portaequipajes del asiento trasero, me recuerda la hermosa moto italiana que tuve hace treinta y tantos años largos, a esa edad en que te crees invulnerable; cuando eres joven, inconsciente y capaz de salir de viaje nocturno cayendo lluvia a mantas, atravesando a ciegas pantallas de agua pulverizada de camiones por carreteras de doble dirección, y crees que estamparte contra un coche o un árbol, a 160 kilómetros por hora, es algo que sólo puede pasarle a otros, y nunca a ti. El caso, como digo, es que estoy mirando la moto y al usuario con una punzada de nostalgia. Bajo el casco y el barbur, el mensaka parece motero veterano, treintañero largo. Está tranquilo y a lo suyo, abiertas las piernas, las botas militares apoyadas en el suelo, pendiente de que el semáforo pase a verde. Pensando en sus cosas, supongo. En que va retrasado en las entregas, o a quién votar en las municipales. Cualquiera sabe. Y en ese momento, despistado al volante, frenando en el último instante porque no se había fijado en el semáforo, llega el pringao.
No hay golpe fuerte. Sólo el chirrido del frenazo sobre el asfalto. Riiiias. Miro a mi derecha y veo que un coche, deteniéndose casi de milagro en el último momento, golpea ligeramente la moto por atrás. Apenas un toque en el neumático de la rueda trasera. Cloc. Lo justo para que, sin hacerle desperfectos visibles, la moto salga despedida tres o cuatro metros adelante, con el motero pateando a un lado y a otro en desesperado esfuerzo por mantener el equilibrio. Y lo consigue, el tío. Logra estabilizarse un trecho más allá, pasadas las marcas de pintura del paso de peatones, y desde allí se vuelve para comprobar qué diablos ha ocurrido. Entonces ve el coche detenido donde antes se encontraba él, y al conductor que, petrificado, las manos agarrotadas en el volante y expresión estupefacta, lo mira reponiéndose del susto. Acojonado.
Entonces asisto a una escena memorable. Con una sangre fría envidiable, tras quedarse unos instantes mirando hacia atrás como si no diera crédito a lo ocurrido, el mensaka se baja de la moto, la pone sobre la pata de cabra, echa un vistazo comprobando que no hay daños de importancia, y luego se acerca despacio al automóvil, tomándose su tiempo. Es un tipo de aspecto rudo, vigoroso y con aparente buena salud. El casco negro, del que sólo ha levantado la visera, refuerza su aspecto amenazador. Y huelga señalar que, para entonces, los conductores de los tres o cuatro coches que estamos cerca seguimos el asunto con atención no exenta de morbo, haciendo cábalas sobre si el primer guantazo se lo va a dar el mensaka al conductor con la derecha o con la izquierda, o si se limitará a enumerarle a gritos la relación completa de sus muertos más conspicuos y frescos. El del coche debe de andar en cálculos parecidos, pues permanece atrincherado tras el volante, igual de blanco que una hoja de papel marca El Galgo. Y en ésas ocurre la cosa.
Siempre despacio, sin alterarse, el mensaka ha llegado a la altura del conductor y se inclina a mirarlo. Éste es más bien de perfil tiñalpa, con poca chicha. Salta a la vista que no sabe qué hacer ni decir, y que teme le pongan la cara como un mapa de carreteras. Entonces, cuando el motero tiene ya apoyada una mano en el abridor de la puerta, lo veo inclinarse un poco más, mirando hacia el asiento de atrás del vehículo. Sigo la dirección de su mirada y descubro a dos enanos de ocho o diez años, niña y niño, sentados allí, con sus cinturones de seguridad puestos. En ese momento, el mensaka hace una de esas cosas que a veces, hasta en los momentos más negros de la vida, puede reconciliarte con el ser humano. Se queda inmóvil un instante, como pensándoselo, la mano aún puesta en la puerta del coche. Luego se yergue despacio, mira al conductor y le suelta esta frase inmortal: «Un día te vas a matar, gamberro».
Y eso es todo. Después, sin esperar respuesta -el otro sigue sentado, sin arrestos siquiera para balbucir una excusa-, el mensaka se dirige a la moto tan tranquilo como vino, echa un último vistazo para confirmar que no hay desperfectos, sube a ella, la pone en marcha y se va. Yo meto la primera y arranco a mi vez, pues suenan detrás bocinas impacientes de coches, y veo al motero perderse en el tráfico, a la entrada de un túnel. Entonces caigo en la cuenta de que ni siquiera he podido verle la cara. Y pienso que es una lástima. Me gustaría reconocerlo en cualquier calle, con la moto parada. Aparcar cerca, señalar el bar más próximo e invitarlo a una caña.
Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte
http://xlsemanal.finanzas.com/web/firma.php?id_edicion=5887&id_firma=12411
No hay golpe fuerte. Sólo el chirrido del frenazo sobre el asfalto. Riiiias. Miro a mi derecha y veo que un coche, deteniéndose casi de milagro en el último momento, golpea ligeramente la moto por atrás. Apenas un toque en el neumático de la rueda trasera. Cloc. Lo justo para que, sin hacerle desperfectos visibles, la moto salga despedida tres o cuatro metros adelante, con el motero pateando a un lado y a otro en desesperado esfuerzo por mantener el equilibrio. Y lo consigue, el tío. Logra estabilizarse un trecho más allá, pasadas las marcas de pintura del paso de peatones, y desde allí se vuelve para comprobar qué diablos ha ocurrido. Entonces ve el coche detenido donde antes se encontraba él, y al conductor que, petrificado, las manos agarrotadas en el volante y expresión estupefacta, lo mira reponiéndose del susto. Acojonado.
Entonces asisto a una escena memorable. Con una sangre fría envidiable, tras quedarse unos instantes mirando hacia atrás como si no diera crédito a lo ocurrido, el mensaka se baja de la moto, la pone sobre la pata de cabra, echa un vistazo comprobando que no hay daños de importancia, y luego se acerca despacio al automóvil, tomándose su tiempo. Es un tipo de aspecto rudo, vigoroso y con aparente buena salud. El casco negro, del que sólo ha levantado la visera, refuerza su aspecto amenazador. Y huelga señalar que, para entonces, los conductores de los tres o cuatro coches que estamos cerca seguimos el asunto con atención no exenta de morbo, haciendo cábalas sobre si el primer guantazo se lo va a dar el mensaka al conductor con la derecha o con la izquierda, o si se limitará a enumerarle a gritos la relación completa de sus muertos más conspicuos y frescos. El del coche debe de andar en cálculos parecidos, pues permanece atrincherado tras el volante, igual de blanco que una hoja de papel marca El Galgo. Y en ésas ocurre la cosa.
Siempre despacio, sin alterarse, el mensaka ha llegado a la altura del conductor y se inclina a mirarlo. Éste es más bien de perfil tiñalpa, con poca chicha. Salta a la vista que no sabe qué hacer ni decir, y que teme le pongan la cara como un mapa de carreteras. Entonces, cuando el motero tiene ya apoyada una mano en el abridor de la puerta, lo veo inclinarse un poco más, mirando hacia el asiento de atrás del vehículo. Sigo la dirección de su mirada y descubro a dos enanos de ocho o diez años, niña y niño, sentados allí, con sus cinturones de seguridad puestos. En ese momento, el mensaka hace una de esas cosas que a veces, hasta en los momentos más negros de la vida, puede reconciliarte con el ser humano. Se queda inmóvil un instante, como pensándoselo, la mano aún puesta en la puerta del coche. Luego se yergue despacio, mira al conductor y le suelta esta frase inmortal: «Un día te vas a matar, gamberro».
Y eso es todo. Después, sin esperar respuesta -el otro sigue sentado, sin arrestos siquiera para balbucir una excusa-, el mensaka se dirige a la moto tan tranquilo como vino, echa un último vistazo para confirmar que no hay desperfectos, sube a ella, la pone en marcha y se va. Yo meto la primera y arranco a mi vez, pues suenan detrás bocinas impacientes de coches, y veo al motero perderse en el tráfico, a la entrada de un túnel. Entonces caigo en la cuenta de que ni siquiera he podido verle la cara. Y pienso que es una lástima. Me gustaría reconocerlo en cualquier calle, con la moto parada. Aparcar cerca, señalar el bar más próximo e invitarlo a una caña.
Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte
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Malatesta- Dicen que Shwart es inalcazable, pero va camino de pillarlo.
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Re: El mensaka del semáforo
Agradezco al señor Pérez-Reverte el haber escrito este relato (me ha gustado mucho) pues trabajé de repartidora durante tres años y, por desgracia, sufrí dos accidentes similares.
Ambos fueron por alcance posterior. En el primero, un Citroën C5 hizo que saliera volando de la moto y aterrizara sobre el coche que estaba delante de mí en la cola del semáforo. En el segundo, un BMW M3 me hizo barrer diez metros de asfalto (con moto incluida) cerca de un paso de peatones.
El imprudente de la primera desgracia, muy "amable" él, se bajó del coche con el parte amistoso ya preparado. Yo estaba tendida en el suelo, medio mareada y con fuertes dolores en la rodilla derecha y en el cuello, y el tío ni siquiera se acercó a preguntarme qué tal estaba.
La conductora del vehículo sobre el que caí, se bajó corriendo y nada más ver el percal fue a echar la bronca al conductor del C5. Recuerdo oír: "¡¿Estás mal de la cabeza?! ¡¿Pero tú has visto a la chica?! Voy a llamar a Atestados". A los pocos minutos, vino una ambulancia y me llevó al hospital.
La responsable del segundo accidente, una señora muy maleducada, nada más golpearme por detrás se bajó del coche y me insultó. Acto seguido, comenzó a gritar diciendo que la culpa era mía por intentar hacer maniobras raras (excusa tonta, pues lo único que había hecho era aminorar la marcha para dejar pasar a los peatones que estaban esperando) y que me iba a enterar.
No me hice daño, solo tenía heridas en las manos, pero la moto sí que tenía desperfectos y además la señora me estaba llenando de ira así que llamé a Atestados. Cuando la loca esa vio que los policías me daban la razón y que ella tenía la culpa, bajó el tono de voz y cambió de parecer (incluso me ofreció un pañuelo para limpiarme la sangre).
¿Para qué asumir la culpa si uno siempre puede probar a quitarse el muerto de encima, a ver si cuela? Manda cojones...
Ambos fueron por alcance posterior. En el primero, un Citroën C5 hizo que saliera volando de la moto y aterrizara sobre el coche que estaba delante de mí en la cola del semáforo. En el segundo, un BMW M3 me hizo barrer diez metros de asfalto (con moto incluida) cerca de un paso de peatones.
El imprudente de la primera desgracia, muy "amable" él, se bajó del coche con el parte amistoso ya preparado. Yo estaba tendida en el suelo, medio mareada y con fuertes dolores en la rodilla derecha y en el cuello, y el tío ni siquiera se acercó a preguntarme qué tal estaba.
La conductora del vehículo sobre el que caí, se bajó corriendo y nada más ver el percal fue a echar la bronca al conductor del C5. Recuerdo oír: "¡¿Estás mal de la cabeza?! ¡¿Pero tú has visto a la chica?! Voy a llamar a Atestados". A los pocos minutos, vino una ambulancia y me llevó al hospital.
La responsable del segundo accidente, una señora muy maleducada, nada más golpearme por detrás se bajó del coche y me insultó. Acto seguido, comenzó a gritar diciendo que la culpa era mía por intentar hacer maniobras raras (excusa tonta, pues lo único que había hecho era aminorar la marcha para dejar pasar a los peatones que estaban esperando) y que me iba a enterar.
No me hice daño, solo tenía heridas en las manos, pero la moto sí que tenía desperfectos y además la señora me estaba llenando de ira así que llamé a Atestados. Cuando la loca esa vio que los policías me daban la razón y que ella tenía la culpa, bajó el tono de voz y cambió de parecer (incluso me ofreció un pañuelo para limpiarme la sangre).
¿Para qué asumir la culpa si uno siempre puede probar a quitarse el muerto de encima, a ver si cuela? Manda cojones...
Stray Bullet- Ahí a lo Doohan, que gana y ni le estrujaan.
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Re: El mensaka del semáforo
Cada vez me gusta menos esta sociedad en la que vivimos.
Malatesta- Dicen que Shwart es inalcazable, pero va camino de pillarlo.
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Re: El mensaka del semáforo
Hulas.
El relato de Perez Reverte, estupendo, como siempre en su línea
Luego Stray, pues si, en ciudad es donde más accidentes de moto suele haber. Yo tengo cada día mas claro que por ciudad hay que conducir agresivamente la moto, aunque me juego todos los días una multa de los policias locales (sedientos de dinero para el ayuntamiento en quiebra) pero es mucho mejor para mi salud.
Yo todavía no he sufrido nada grave por ciudad (cruzo los dedos), si sustos de coches que se cruzan, baches, asfalto rebaladizo, coches que frenan de golpe, peatones suicidas....que por cierto, tenéis que probar algún día, si veis que alguien que cruza por un paso de cebra adormilado, pegar un acelerón a la moto pa asustarlo...jaja...es divertidísimo el susto y la cara que ponen, jaja :meparto:
Pero que vamos, no me gusta nada de nada ir con la moto por la ciudad, siempre que puedo lo evito.
V'ss
El relato de Perez Reverte, estupendo, como siempre en su línea
Luego Stray, pues si, en ciudad es donde más accidentes de moto suele haber. Yo tengo cada día mas claro que por ciudad hay que conducir agresivamente la moto, aunque me juego todos los días una multa de los policias locales (sedientos de dinero para el ayuntamiento en quiebra) pero es mucho mejor para mi salud.
Yo todavía no he sufrido nada grave por ciudad (cruzo los dedos), si sustos de coches que se cruzan, baches, asfalto rebaladizo, coches que frenan de golpe, peatones suicidas....que por cierto, tenéis que probar algún día, si veis que alguien que cruza por un paso de cebra adormilado, pegar un acelerón a la moto pa asustarlo...jaja...es divertidísimo el susto y la cara que ponen, jaja :meparto:
Pero que vamos, no me gusta nada de nada ir con la moto por la ciudad, siempre que puedo lo evito.
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Moztruitu- Dicen que Shwart es inalcazable, pero va camino de pillarlo.
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Re: El mensaka del semáforo
Generalizando, me atrevo a decir que los motoristas somos más prudentes que el resto de conductores. Si en carretera vamos con mil ojos, en ciudad nos funciona hasta el del culo.
Sin embargo, siempre somos los malos porque sorteamos vehículos en la cola del semáforo. Pero luego la gente no se da cuenta de que por cada motorista imprudente, hay mil coches que ponen en peligro al resto de usuarios de la vía con una gran variedad de maniobras ilegales.
Por suerte, todavía no he tenido ningún accidente con mi pequeña del alma (tampoco con la moto de mi padre) pero con la moto del trabajo (TGB Delivery 125) tuve unos cuantos. Y no solo yo sino todos mis compañeros (he visto accidentes de moto de todo tipo, el 90% provocados por "enlatados" imprudentes).
Entre la gente que no sabe circular por las glorietas, los viejos que cruzan las avenidas de dos o más carriles para cada sentido por el medio y sin mirar, los conductores que pegan el acelerón nada más ponerse el semáforo en rojo y como consecuencia acaban cruzando la intersección cuando los vehículos de la vía transversal ya están en marcha (así me caí yo un día, que tuve que clavar los frenos porque si no me comía al Renault 21 que pasaba por delante a toda hostia) y demás fauna que debería volver a la autoescuela, nadie está a salvo en esta jungla.
Lo de pegar el acelerón al típico atolondrado que se queda en el bordillo hablando por teléfono, esperando a que alguien le deje cruzar cuando tú ya llevas media hora parado en el paso de peatones, es buenísimo. Aunque ya con el "clac" de meter primera, mucha gente pega el saltito.
Sin embargo, siempre somos los malos porque sorteamos vehículos en la cola del semáforo. Pero luego la gente no se da cuenta de que por cada motorista imprudente, hay mil coches que ponen en peligro al resto de usuarios de la vía con una gran variedad de maniobras ilegales.
Por suerte, todavía no he tenido ningún accidente con mi pequeña del alma (tampoco con la moto de mi padre) pero con la moto del trabajo (TGB Delivery 125) tuve unos cuantos. Y no solo yo sino todos mis compañeros (he visto accidentes de moto de todo tipo, el 90% provocados por "enlatados" imprudentes).
Entre la gente que no sabe circular por las glorietas, los viejos que cruzan las avenidas de dos o más carriles para cada sentido por el medio y sin mirar, los conductores que pegan el acelerón nada más ponerse el semáforo en rojo y como consecuencia acaban cruzando la intersección cuando los vehículos de la vía transversal ya están en marcha (así me caí yo un día, que tuve que clavar los frenos porque si no me comía al Renault 21 que pasaba por delante a toda hostia) y demás fauna que debería volver a la autoescuela, nadie está a salvo en esta jungla.
Lo de pegar el acelerón al típico atolondrado que se queda en el bordillo hablando por teléfono, esperando a que alguien le deje cruzar cuando tú ya llevas media hora parado en el paso de peatones, es buenísimo. Aunque ya con el "clac" de meter primera, mucha gente pega el saltito.
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Re: El mensaka del semáforo
Hace dos hora más o menos salgo de trabajar y yendo por una calle un poco amplia pero de dos sentidos. Voy en caravana detrás de un coche un poco pegado a la acera resulta que sin haber espacio entre mi moto y el coche de delante seme pone otro coche apareado supongo con intensión de adelantarme pero sin haber espacio, lo peor llega cuando viene otro vehículo en sentido contrario, entonces el vehículo que iba apareado a mí se le ocurre en vez de frenar pues apegarse a mí y echarme hacia la acera no me ha trepado porque en ese momento llegaba a una bocacalle y he podido esquivar el coche y detenerme para reponerme un poco del susto.
La verdad no sé cómo calificar a este con ductor. Pero yo si he aprendido air por el centro de mi carril para no dejar sitio pera que seme apare un coche.
La verdad no sé cómo calificar a este con ductor. Pero yo si he aprendido air por el centro de mi carril para no dejar sitio pera que seme apare un coche.
Re: El mensaka del semáforo
Me alegro de que no te pasara nada
Yo siempre circulo por la parte central del carril. Así, quien me quiera adelantar va a tener que hacerlo correctamente. Si tiene prisa (como diría mi madre) que hubiera salido ayer.
Yo siempre circulo por la parte central del carril. Así, quien me quiera adelantar va a tener que hacerlo correctamente. Si tiene prisa (como diría mi madre) que hubiera salido ayer.
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Re: El mensaka del semáforo
Yo circulo a dirario por la ciudad con la moto, y practico una conducción "defensiva", mirando siempre de reojo las maniobras de los coches cercanos ytratando de anticiparme a sus movimientos. demás, circulo como si fuese un coche, por el centro del carril, porque si no, te adelantan sin invadir el carril contrario y un día, alguno acaba por sacarte de la calzada.
Malatesta- Dicen que Shwart es inalcazable, pero va camino de pillarlo.
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Re: El mensaka del semáforo
Yo tengo por costumbre circular por los laterales de la calzada sobre todo por el que deja más libre el coche delantero por si da un frenazo brusco tener una escapatoria.
Tan poco suelo ir adelantando a los coches por la ciudad y práctico una conducción muy tranquila (como dice Malatesta) como si condujese el coche
Tan poco suelo ir adelantando a los coches por la ciudad y práctico una conducción muy tranquila (como dice Malatesta) como si condujese el coche
Re: El mensaka del semáforo
Hulas.
Es que es una jodienda (y con perdon).
- Si vas por la izquierda, siempre se te mete un coche que quiere adelantar o que cree que su coche es tan estrecho que cabe junto a la moto.
- Si vas por el centro, a parte del coche de delante de no dejarte ver nada, casi siempre frenan en seco cagándote en toos sus muertos y puede que hasta cochando a veces.
- Y si vas por la izquierda, siempre que paras en un stop o semáforo, se te mete un coche por la derecha, echándote a veces al cerrarte al carril contrario.
Para mi, lo mejor es turnarse la posición dependiendo de la situación. Pararse en stops/semáforos al medio y alternando izquierda/derecha según como vaya el de delante.
V'ss
Es que es una jodienda (y con perdon).
- Si vas por la izquierda, siempre se te mete un coche que quiere adelantar o que cree que su coche es tan estrecho que cabe junto a la moto.
- Si vas por el centro, a parte del coche de delante de no dejarte ver nada, casi siempre frenan en seco cagándote en toos sus muertos y puede que hasta cochando a veces.
- Y si vas por la izquierda, siempre que paras en un stop o semáforo, se te mete un coche por la derecha, echándote a veces al cerrarte al carril contrario.
Para mi, lo mejor es turnarse la posición dependiendo de la situación. Pararse en stops/semáforos al medio y alternando izquierda/derecha según como vaya el de delante.
V'ss
Última edición por Moztruitu el Dom Dic 19, 2010 9:40 am, editado 1 vez
Moztruitu- Dicen que Shwart es inalcazable, pero va camino de pillarlo.
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Re: El mensaka del semáforo
En carretera, siempre ocupo la parte central del carril salvo cuando voy a adelantar (en ese caso, me sitúo cerca de la mediana para ver si viene alguien de frente y así controlar mejor los movimientos del vehículo que va delante de mí).
En ciudad, como dice Moztruitu, lo mejor es variar la posición dependiendo de la situación. Normalmente siempre voy por el centro del carril pero si presiento una situación de peligro y creo que voy a estar mejor a uno de los lados, me separo un poco y listo.
Eso sí, siempre respeto la distancia de seguridad. Muchos motoristas cometen el error de pegarse al vehículo que tienen delante y luego se pegan el susto cuando el "enlatado" de turno pega el frenazo.
En ciudad, como dice Moztruitu, lo mejor es variar la posición dependiendo de la situación. Normalmente siempre voy por el centro del carril pero si presiento una situación de peligro y creo que voy a estar mejor a uno de los lados, me separo un poco y listo.
Eso sí, siempre respeto la distancia de seguridad. Muchos motoristas cometen el error de pegarse al vehículo que tienen delante y luego se pegan el susto cuando el "enlatado" de turno pega el frenazo.
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